CACO VEGA

"No... No se vale chicos..."

Viernes 2:00 pm. Ánimos exhaltados, propios de una semana que parecía no tener fin, calor asfixiante propio de una primavera moreliana, en un sedán dos puertas y dentro la ronda del CEM hacia Las Américas, pletórica de adolescentes en ciernes cuya pasión por la música se manifestaba cada instante en murmullos, cánticos desafinados y conversaciones altisonantes que poco a poco fueron mermando en el ánimo de por sí mallugado de la maestra de inglés de 2o de secundaria.

Podría pensarse que el fin de la jornada venía con el sonar de la campana de bronce que aún pende de una cadena en la entrada de tan sagrado lugar, pero no. Aún faltaban por transcurrir 6 kilómetros hasta la calle Panamá, donde el último de la ronda habría de descender para iniciar un fin de semana pleno en fútbol y aviones de radio control.

Esos 6 largos kilómetros, aunados a la complicidad musical del amado Primo Sergio, el calor insoportable y la falta de aire acondicionado, generaron como consecuencia, el buscar alternativas

de distracción, mediante la entonación de "One", un corte de 1986 del álbum "...And justice for all" de Metallica, magistralmente ejecutada por Checolín con una guitarra de aire Fender Stratocaster, y por un servidor, con unas baquetas 5A que desafortunadamente no eran de aire, sino de sólida madera, las cuales al compás del hipnótico ritmo del éxtasis de tan radical sonido de metal, comenzaron a redoblar y resonar en un éxtasis sin control frenético infinito en los asientos del auto modelo Golf, Marca Volkswagen modelo 1991 (?) levantando polvo y reventando hasta la última gota de paciencia de mi querida maestra de inglés, mi queridisisima Olga, quien con un ademán amenazante volteó a vernos a los descontrolados rockeros imaginarios, con un gesto que reflejaba la pesadez de un caluroso y difícil día... pero con el último suspiro de paciencia, reflejo de un corazón infinito y bondadoso, con pausada y serena voz, exclamó:... No... No se vale chicos... y volteó a contemplar el horizonte urbano por delante.

Las baquetas de madera cejaron, la guitarra de aire se deshizo en aire, y cada quien regresó a ese Golf azul marino, el cual, a los pocos minutos se detuvo en la calle de Paraguay, y más adelante, se detuvo en la calle de Panamá, donde descendí para continuar el peregrinar por esta vida, sin olvidar esa lección de vida, de serenidad y de amor.

LRI. Juan Carlos Vega Solórzano

黄卡龙