MARIA QUIJANO

¡Cómo no voy a recordar tantos momentos felices y de apuros que pasamos con Olguísima, si iniciamos juntas nuestra vida en Morelia!, (ustedes llegaron unos meses antes que nosotros hace ya treinta años), recuerdo uno de los primeros:

Decidimos abrir el CEM. Acabamos de rentar la señorial casona de los Ramírez. Abrimos las inscripciones y nos turnamos las señoras socias de la Promotora Educacional Camino A.C. para atender a los papás e inscribir a los niños. Sólo hay 9 inscritos: los hijos de los asociados y Amadeo Alvarado.

Estamos Olga y yo en la "oficina", ella platica y teje, yo me encargo del teléfono, las horas pasan..... Sube una mamá y llega fatigada por aquella subida y los tres pisos de la casona, mientras nosotras nos ponemos a "trabajar" arreglando papeles (en blanco). Olga le da la información y explica las bondades de nuestro proyecto educativo, la experiencia del personal académico y directivo... la señora se entusiasma dispuesta a inscribir a sus dos hijos uno en tercero y otro en quinto. Olga le dice: permítame revisar si hay lugares. Revisa la lista (casi vacía) y le dice: ¡Qué suerte! sí hay justo en esos grupos. En eso suena el teléfono y nerviosa contesto: Centro Educativo Morelia, buenos días...... (y lo repito tres veces) No oigo nada! y la señora que observa dice: ¡es que tiene la bocina al revés! (realmente me apené), en eso Olga que hace las cuentas me dice: Mariquita ¿cuánto es siete por ocho? (yo estaba confundida y abochornada por lo del teléfono, además que nunca he sabido cuánto es 7 x 8) y respondo: ... 7 x8... 7 x8 ...... Ah, sí, 7 x 8 es igual que 8 x 7! .... ¡La señora tuvo que hacer las cuentas! Y lo más asombroso es que a pesar de mostrar nuestra torpeza, ¡aquella mamá inscribió a sus hijos en el CEM!!!!