Olgada que sucedió en una reunión de Consejo.
Cierto día, de las primeras que se realizaron en el Tzintzuntzan, se hablaba del molesto, estiércol de los murciélagos. Yo me atreví a presumir que ya habíamos quemado chile colorado por todo el Convento, que el esfuerzo había sido inútil y que junto con Jorge (el velador), habíamos decidido encender una mecha con diesel y que había sido un éxito, porque se habrían quemado 150 o más murciélagos. Yo sin medir la reacción que este hecho generaría en la Maestra Olga.
Yo en esos días la conocía muy poco. La pobre maestra saltó indignada por el crimen ecológico que se había cometido, por la pena o el asombro me quede callado tratando de entender y medir mi error. Ante el asombro de la gente del Consejo, la señora Josefina, comentó junto con el Padre Serafín, que había que hacer algo al respecto para evitar la entrada de los murciélagos al Convento.
Pocos días después, Olga llegó con una gran cantidad de bibliografía, sobre los beneficios de la existencia de los murciélagos y cómo controlarlos. Todavía tengo esa información. Ahora que conozco más a Olga, la admiro y la estimo, parece que no conoce el cansancio, pero, para mi haber conocido a la gente de Adopte es una bendición para Tzintzuntzan, ¡que Dios bendiga mucho a Olga y también a Fernando! Ahora y siempre.
Saludos Nico