Hola Olga,
Me han pedido tus hijos Mariol y Fernando que ponga una líneas con motivo de tus 60. Algún recuerdo o alguna anécdota; Tantos y tantas son que podría llenar muchas hojas; no se me ocurre nada, más que iniciar narrando como te conocí.
Estabas en tus primeros hervores de juventud; eras una chamaca como de 16 años, que de repente te aparecías por el Club Mundet. Me acuerdo de tus piernas bien torneadas, que eran de concurso de belleza.
Nunca te interesó mucho el tema del deporte y por tanto tampoco en esa época el club; te habías (lo supe después) integrado a un grupo de la Colonia, que se reunía en la Parroquia y formaste parte del mismo, donde conociste a Fernando Arias, asiduo al Mundet, muchacho del Cumbres muy serio y entonces un apasionado del futbol. Tuviste buen tino, lo pescaste rápido y te casaste con el siendo una chamaca como de 20 (hace ya 40… años)
Nuestra relación se convierte en muy cercana un poco después, cuando habían nacido ya Mariol y Fernando, pues conozco a tu hermana Adriana y empiezo a salir con ella y pronto nos hacemos novios. Después de las primeras salidas y de entrar en más confianza y por supuesto después agotar los espacios donde en esa época unos novios podían asistir los fines de semana (películas; todos los cafés de la Zona Rosa -Perro Andaluz, Auseba, Konditori, etc.-, de Coyoacán y la Condesa, visitas a amigos), les caíamos en casa muchos sábados y casi todos los domingos, para saludar a los sobrinos consentidos de Adriana. Iniciamos una magnífica relación que dura hasta hoy que cumples tus primeros 60 años (espero que cumplas con mucha salud una buena parte de los siguientes 60 y podamos celebrarlos juntos).
Como antes digo, hemos convivido ya más de 40….y tenido hartas vivencias que para plasmarlas tendría que esperarme a celebrar estos 60, cuando cumplieras 61.
Volviendo al tema, después de un tiempo prudente de noviazgo, decidí entregarle el anillo de compromiso a tu hermana y una primera anécdota fue el que me acompañaras a elegirlo; me acuerdo que te gustó uno de tres kilates, pero solo me alcanzaba para uno, de uno.
A partir de entonces y hasta hoy, se convirtieron Fernando y tú en nuestros confidentes, consejeros y amigos verdaderos.
Fue pasando el tiempo y muy pronto, decidieron partir a vivir a Morelia, donde Fernando se asociaría con su padre en el negocio familiar, el Molino de Trigo “Deusto” que producía la mejor harina de trigo de la región; se ubicaba si mal no recuerdo en Botello como a dos horas de Morelia. En este lugar los Arias crearon todo un poblado, desde casi, casi, la Iglesia del lugar, pasando por la escuela, la biblioteca, la tiendita de la esquina y hasta el panteón.
En un principio sus visitas al DF eran bastante frecuentes a pesar de que el viajecito representaba 7 horas de coche, poco a poco se fueron reduciendo por las escuelas de los hijos y el tiempo de traslado; nuestra comunicación paso a largas horas de telefonazos.
La familia chilanga, entre otros nosotros, ya con hijos, éramos invitados muchas veces “al Rancho”, a esa casona maravillosa que tenía el Molino. Qué decir de los rituales Arias; esas sentadas desayunar, comer y cenar con 18 adultos o más a la mesa, acompañados de toda la prole, que sumaba otros tantos o más. Me acuerdo Olga, que eras de las organizadoras de los menús; los cientos de huevos fritos que todas las mañanas estaban preparados para desayunar, colesterol puro y duro, pero buenísimos junto con el pan hecho y horneado en casa…. lo mejor era toda la familiada Arias, empezando por don Ramón y Lolis y los hermanos, cuñadas, cuñados, sobrinos y sobrinas. Maravillosa época.
Vale recordar también a Pedro y Olga, tus padres y mis suegros, muy amigos de tus suegros y que muchas veces nos acompañaban en estos avatares. Las comidas sabatinas en Presa las Vírgenes 152, eran también de rechupete; ese mole de olla que Juanita preparaba era buenísimo.
Por desgracia, poco después de su partida a Morelia, Olga tu madre se nos adelantó; esto nos unió aún más. Tuvimos la suerte de tener en casa, con nosotros a tu Padre, que pasó a ser un segundo padre de mis hijos y un compañero de nuestra vida.
Muchos viajes hicimos juntos contigo y con Fernando e hijos, no se me olvidará nunca el de San Francisco y Las Vegas, en esta ciudad del vicio y la perdición nos divertimos harto; estoy hablando de los principios de los 80tas. Cenando una noche en un famoso restaurante de carnes, Fernando que no era demasiado ducho en eso de hablar el inglés, te solicitó le pidieras un steak, que estuviera bien cocido; te insistió tanto en que dejaras claro el término de cocimiento y le repetiste al mesero “but very well done”…; le trajeron un pedazo de carne que parecía una suela de zapato duro, de esos, como las botas que se usan los ferrocarrileros para chambear, que no les entra ni un clavo, menos un diente. El zapatazo se quedó solito, por inmasticable, en el plato y Fernando echando pestes del lugar.
Tampoco se me olvidarán los veranos en “San Pete”, aquella ida a la NASA, desde la Isla del Sol, pasando por Orlando, donde en una camioneta nos subimos 5 adultos (tu padre, nosotros y ustedes) con 4 chamacos, como 15 maletas, carriola y no sé cuantas cosas más. Que divertidas nos poníamos. El show del Medieval Times, donde a Adrianita no le gustó el pollo sin cabeza que le sirvieron para cenar…
En Morelia echaron raíces y de qué forma. Con tu dinamismo, creatividad y siempre ganas de hacer cosas, participaste junto con Fernando y un grupo de amigos, chilangos y locales, en la creación del Centro Educativo Morelia, que recientemente cumplió 25 años, donde han y has desarrollado una labor educativa impresionante. Has participado activamente en la formación de cientos de estudiantes, que han tenido una educación singular con resultados altamente competitivos; que mejor “anécdota” que esta.
Me acuerdo de tus visitas al DF para promover y solicitar donaciones para la construcción del CEM; tus visitas a los empresarios y políticos más importantes de este país donde llevabas tu speach perfectamente diseñado; las largas noches y días y preocupaciones hasta lograr integrar los recursos necesarios para el mismo y lo lograron y con el CEM, han y has hecho historia importante.
Has tenido siempre mucha participación en infinidad de ayudas, con absoluto desinterés monetario, a terceros necesitados, en fin que más puedo decir. El tema de la reconstrucción del Convento de Tzin Tzun Tzan consiguiendo aportaciones de diferentes partes para su restauración tiene un valor inmenso.
Educaste a tus hijos con las mejores herramientas que Morelia podía ofrecer; ambos, Mariol y Fernando, realizaron estudios de Postgrado. Fernando decidió quedarse a vivir en Barcelona donde es feliz, y Mariol, hoy convertida en una exitosa pequeña empresaria, que también tuvo buen ojo, se casó con el Beto Bernal, estupendo chamaco, de familia prominente moreliana; esta parejita te ha dado una de las mayores recompensas que Dios puede dar en la vida: Mateo, Lucía y Fernanda.
Felices 60; un fuerte abrazo de tu cuñado Kico.